miércoles, 1 de octubre de 2008

MIS EVANGELISTAS II



El evangelio según San Sabina

Noche de bodas

Que el maquillaje no apague tu risa,

que el equipaje no lastre tus alas,

que el calendario no venga con prisas,

que el diccionario detenga las balas,

Que las persianas corrijan la aurora,

que gane el quiero la guerra del puedo,

que los que esperan no cuenten las horas,

que los que matan se mueran de miedo.

Que el fin del mundo te pille bailando,

que el escenario me tiña las canas,

que nunca sepas ni cómo, ni cuándo,

ni ciento volando, ni ayer ni mañana

Que el corazón no se pase de moda,

que los otoños te doren la piel,

que cada noche sea noche de bodas,

que no se ponga la luna de miel.

Que todas las noches sean noches de boda,

que todas las lunas sean lunas de miel.

Que las verdades no tengan complejos,

que las mentiras parezcan mentira,

que no te den la razón los espejos,

que te aproveche mirar lo que miras.

Que no se ocupe de tí el desamparo,

que cada cena sea tu última cena,

que ser valiente no salga tan caro,

que ser cobarde no valga la pena.

Que no te compren por menos de nada,

que no te vendan amor sin espinas,

que no te duerman con cuentos de hadas,

que no te cierren el bar de la esquina.

Que el corazón no se pase de moda,

que los otoños te doren la piel,

que cada noche sea noche de bodas,

que no se ponga la luna de miel.

Que todas las noches sean noches de boda,

que todas las lunas sean lunas de miel.

2 comentarios:

Nerim dijo...

Yo también soy seguidora de todos los evangelios de San Sabina, y no solo yo, mi marido me acompaña, somos auténticos fans de este señor que tan sabiamente sabe decir verdades como puños con palabras tan sencillas.

Julia dijo...

Mi marido también, ya somos cuatro (es un decir porque en realidad debemos ser muchos cuatros, millones de cuatros, jajajaja...) ¿Y el disco "Entre todas las mujeres"? Es una auténtica gozada.

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Soy buena gente. Admiro por encima de todo a las personas capaces de ayudar a los demás y después la inteligencia. Detesto a quienes creen estar por encima de otros o de vuelta de todo. Mantengo viva a la niña que fui porque no hay mayor tristeza que olvidarnos de nosotros mismos. Somos lo que somos, producto de lo que fuimos. Nada más, que no es poco.